» 29-04-2020 |
El poder tal como lo expone Foucault es el que da origen a los distintos tipos de dispositivos arquitectónicos. El poder pastoral al templo, el poder soberano al palacio. Le toca ahora al poder disciplinario que origina el poder institucional. “Vigilar y castigar” (1975), de Foucault, es la crónica de ese poder. En este libro se recogen los diversos modos de castigo vinculados con los distintos modos de poder. A partir del SXVIII el poder disciplinario sustituye al poder soberano -cuya forma de castigo es el suplicio- y se propone la constitución del sujeto moderno mediante una normalización obtenida mediante la disciplina, encarnadas en las instituciones (asilo, hospital, cárcel, taller, fábrica, escuela…) cuyo castigo es el encierro institucional. Si el poder soberano se caracterizaba por la necesidad de hacer visible el ejercicio del poder en el espacio público como castigo ejemplar, con el poder disciplinario todo eso desaparece: el suplicio, la visibilidad pública, el ejemplo. No se trata de un giro hacia la humanización sino de un cambio de la tecnología del poder. El poder se traslada del soberano a la sociedad. Se modera el suplicio para evitar el rechazo social, el poder se hace más económico y más eficaz. El poder se refina, se controlan y vigilan la conducta cotidiana, la identidad, incluso los gestos nimios. Se trata del poder disciplinario que por extensión constituirá la sociedad disciplinaria que llega hasta nosotros.
La figura arquitectónica que ejemplifica el nuevo poder es el panóptico, un dispositivo diseñado por Bentham, una construcción en forma de anillo que permite vigilar desde el centro mientras las celdas están aisladas las unas de las otras. Las características del panóptico son: 1) exposición total del vigilado a la mirada, 2) invisibilidad lateral total: incomunicación, 3) sugestión de vigilancia permanente induciendo en el vigilado la idea de funcionamiento automático, 4) versátil; sirve para cualquier propósito carcelario, laboral o pedagógico, 5) efectivo; extiende sus tentáculos hasta lo más nimio del tejido social y 6) novedoso, pues introduce un nuevo tipo de poder. Las instituciones representan una nueva política del cuerpo y tienen como fin las relaciones de disciplina (técnicas que garantizan la ordenación de las multiplicidades humanas) es decir homogeneiza la diversidad de las conductas para facilitar el dominio, controla los horarios, las comidas, las duchas, los gestos, los rezos, animalizando las conductas al cuerpo.
El ejercicio del poder se hace económico, efectivo e invasivo. Se trata de hacer visible el poder en lugares en los que antes era impensable que llegara: la familia, la lectura, las relaciones, la sexualidad, la higiene con el fin de obtener cuerpos sometidos y útiles. Con las rutinas y las practicas se modifica (uniformiza) la conducta como nunca se había hecho produciendo sujetos útiles y normales. A través del cuerpo se alcanza la conducta, la mente y la socialidad. La normalización de la disciplina no obedece a códigos jurídicos, legales o morales, sino a un saber propio: las ciencias humanas. La nueva teoría de la disciplina se llama: sociología, medicina, economía, antropología, mediante las que los cuerpos sometidos son constituidos como individuos normales en un espacio homogéneo y normalizado. Si en el poder soberano lo visible era el poder del soberano en el espacio público lo que será a partir de ahora visible será el cuerpo del vigilado. El sujeto -hasta ahora invisible- se convierte en el objeto de la mirada, protagonismo que no hará sino aumentar con el biopoder.
Todas las instituciones desde el museo al banco se convertirán en panópticos mediante la vídeovigilancia. Incluso la calle, los espacios abiertos forman parte de la sociedad disciplinaria. Porque los poderes no se sustituyen los unos a los otros a través de los tiempos sino que -a pesar de que cada época tiene un poder dominante- los otros tipos de poder conviven en diferentes escalas. “Se trata de una heterarquía de poderes orientados a producir normalidad en cada uno de los objetos de su mirada. Así podríamos hablar de una suerte de gran dispositivo sintético dentro del cual las jerarquías entre los regímenes distintos de poder y de saber van moldeándose de acuerdo con la especificidad histórica y cultural de cada momento”. (Fortanet 2015, 96).
El desgarrado. Abril 2020.