» 30-04-2020 |
Parecería que el hogar debería ser el primer dispositivo arquitectónico dado que la familia es ancestral (familia sí, pero no tal como la conocemos). No es así. La intimidad -sobre la que se construye hoy en día el hogar- es un invento reciente. Las viviendas comunales son, con mucho, mayoritarias a través de la historia. Incluso los palacios albergaban la corte. Las finalidades simbólicas (Dogón) son mucho más comunes que las utilitarias. En Çatal Ulluk las viviendas son, a la vez, templos y cementerios, costumbre que perdurará. El hogar toma su nombre del fuego que es el único elemento imprescindible para caracterizarlo. El hogar tal como lo conocemos se origina en el micropoder, cuando se convierte en dispositivo.
Es Foucault quien desvela el mecanismo del micropoder. En contra de la idea marxista de que el poder se desarrolla de forma vertical del dominador al dominado en “Naturaleza humana: justicia versus poder” en 1971. No es donde el poder es más aparente (ejército, dictaduras) donde se ha de buscar el poder sino en los lugares aparentemente neutrales donde no parece funcionar: la familia, la universidad, las relaciones sociales, incluso en conceptos que parecen excluirlo como justicia o humanidad. Se ha de aplicar un análisis nominalista del poder concreto (y no relacional) y localizado (donde parece no estar).
Deleuze en “Foucault” caracteriza el poder por los siguientes rasgos: 1) el poder no se posee, se ejerce, 2) su funcionamiento es localizado y concreto (nominalista), 3) no es un efecto de la economía sino que la produce, 4) no es un efecto de la sociedad sino que produce la realidad, 5) no es un efecto de las leyes sino que produce sus propias leyes. El poder está formado por relaciones que se ejercen en la totalidad de la sociedad y en sus niveles más microscópicos (actitudes, reglas, horarios, costumbres) y que produce su propia realidad. “Hay relaciones de poder en los hábitos familiares, en la limpieza, la atención de la casa, el trabajo, la amistad, la sexualidad, en fin , en toda relación social que dé forma a un orden respecto a cómo se hacen las cosas, que dirige conductas, que, en definitiva, produce sujetos que se someten a estas relaciones de poder. Porque no son relaciones de violencia o coerción sino directrices de conducta a través de prácticas y/o discursos que requieren para su funcionamiento sujetos libres que puedan ser doblegados” (Fortanet 2015, 94).
El poder no es una institución ni una estructura sino el nombre que se presta a una situación estratégica compleja en una sociedad dada (“Historia de la sexualidad 1”). Existen cuatro formas históricas de poder: 1) el poder pastoral, auspiciado por un saber religioso encargado de producir una identidad a través de los procedimientos prácticos de la confesión. 2) El poder soberano que se marca sobre el cuerpo a través del suplicio el castigo necesario para la corrección. 3) El poder disciplinario o panóptico, encargado de producir cuerpos normalizados, que se desarrolla en las instrituciones con el apoyo de las ciencias humanas. 4) el biopoder o poder sobre la vida, que tiene por objeto la población y su gestión a través de prácticas de seguridad, higiene y libertad, con la economía liberal y la medicalización social como saberes asociados. Aunque cada uno de ellos corresponde a una época, todos conviven diferentes escalas en una heterarquía de poderes, en una suerte de gran dsipositivo sintético.
El poder implica siempre una resistencia dada que no hay poder sin seres humanos libres que contestan siempre a las formas de poder. Esta contestación -que puede ser multiforme- dan fe de que es posible hacer las cosas de otro modo, vivir de otro modo. La resistencia es una necesidad tanto teórica como ética. La resistencia informa a la filosofía aunque no es esta la que debe marcar el camino, sino las nuevas expresiones de lucha política. De ahí extrae Foucault su idea de intelectual comprometido como aquel que está del lado de los vencidos, de los que carecen de voz, de los silenciados y aplastados por el poder: los anormales.
Existe pues un juego entre el poder de dominación metafísica del hombre sobre la mujer, el altersexual, el colonizado, el mundo, el trabajador, etc. y el micropoder que estas clases oprimidas oponen como resistencia. Es evidente que un ser no puede ser libre si está profundamente oprimido pero también que no puede plantar cara en el mismo plano de la gran dominación. La resistencia se produce en un plano subliminar en el que sin zafarse totalmente de la dominación le permite sin embargo sentirse libre. Pequeñas parcelas de resistencia. Este micropoder lo ejerce la mujer en el hogar que transforma en su lugar de dominio sobre la familia, a través de la limpieza, el orden, la disciplina, la estética… El hogar también es un invento reciente en el que la mujer reina y en el que el hombre puede intervenir pero no dominar. La gran disciplina respecto a los hijos será cometido del hombre pero el día a día de la disciplina corresponderá a la mujer. Lo mismo ocurre con la gran higiene (la fumigación) que corresponderá al hombre mientras la higiene del día a día corresponderá a la mujer. Y por supuesto el orden. El orden de los armarios (incluido el frigorífico) es un orden femenino del que el hombre queda excluído. Pero no es universal femenino. Cada mujer establece el suyo propio como es fácil comprobar cuando se cambia de asistenta.
Este sistema de reparto del poder entre el gran poder y el micropoder es un sistema de pacificación que el propio gran poder apoya mediante los dispositivos de la publicidad y la industria (revestimientos, amueblamiento, gadgets) hasta crear un concepto de hogar totalmente nuevo en el que se empodera a la mujer en un cometido absolutamente inofensivo. El trabajo de la mujer fuera de casa cambiará esta situación y originará un nuevo tipo de resistencia mucho más ambicioso. Porque el trabajo fuera de casa de la mujer desnivela el equilibrio (la mujer trabaja en casa y fuera) y el micropoder hogareño ya no es suficiente para lograr la pacificación. Pero el modelo del hogar en la sociedad de consumo ya está creado y se mantiene la ficción que el hogar es el reino de la mujer.
El desgarrado. Abril 2020.