» 05-03-2024

Urbanismo 18. Los orígenes paleontológicos de la arquitectura y de las artes.

La paleontología (estudio de los fósiles) pone en el desarrollo de los neandertales dos hitos significativos: el uso del fuego y la práctica del enterramiento de sus muertos. No son precisamente de la misma fecha (0,3 y 0,2 millones de años) aunque una vez aparecido el segundo ya siempre han acompañado al ser humano, primero neandertal y posteriormente sapiens. Vaya por delante que consideraré a los neandertales (como lo hacen Arsuaga y Martinez en “La especie elegida” Booket 2019 (1998)) una especie hablante (aunque pudiera tener ciertas dificultades), sensible a la ornamentación (aunque pudo ser por contagio con los sapiens), que enterraban a sus muertos (aunque no sabemos si con rito o no). En una palabra: simbólicos. Su cerebro realizaba imágenes mentales en correspondencia con las imágenes reales, que operaba mentalmente con fluidez y que probablemente iniciaba ese camino con las palabras-imagen mentales en el filo del pensamiento abstracto. 

 

Porque tanto el enterramiento como el fuego está en el origen del pensamiento simbólico. En ambos casos se trata de “empaquetar” en lo real el concepto abstracto de fuego y de muerto. Y empaquetar es aquí tanto confinar, encajonar, poseer mentalmente, como abstraer en lo real mediante símbolos. Porque las primeras abstracciones se hicieron en lo real (dibujos en la arena, en la roca, en la piel) al modo de la primera escritura ideogramática, alejándose paulatinamente de ese real hasta independizar el signo de toda semejanza imaginera. Estamos en el tránsito del pensamiento imaginario al pensamiento verbal, de la imagen a la palabra. Y ese tránsito lo efectúa lo que luego se llamará arte: abstracción, en imágenes reales simplificadas, de las imágenes percibidas de lo real. Era el primer paso para obtener imágenes mentales abstractas, pero en las que la abstracción se operó en lo real. Conocemos el poder abstractivo del dibujo: un dibujo es siempre (con permiso del hiperrealismo) un imagen simplificada de lo real. La percepción de esa imagen simplificada era traspuesta a una imagen mental mucho menos “pesada”, con menos información, que podía ser operada en lo mental, superando el mecanismo de prueba y error real que no es otra cosa que el pensamiento. 

 

Pues bien ese empaquetamiento, esa representación simplificada en lo real, susceptible de ser usada en lo mental como moneda de pensamiento es lo que se conocerá desde entonces como caja, casa, concepto, símbolo. Lo que hace el neandertal es una casa para el fuego (el hogar) y una casa para el muerto (la tumba), y lo hace en lo real porque no tiene recursos para hacerlo en lo mental.  Hasta entonces todos los cobijos habían sido efímeros, puesto que se vivía en el camino, allí donde se encontraban recursos de subsistencia, pero el fuego necesitaba una casa sólida, de piedra: el hogar, en el sentido de “cocina”, chimenea, “foc a terra” (dicen los catalanes). El segundo sentido de vivienda (hogar) vendrá mucho después. Las cabañas de los colonos, totalmente hechas de madera excepto la chimenea, fuente de luz y calor, son una representación ancestral de la vivienda esencial, primigenia y más todavía si el fuego se rebela y se come la estructura de madera dejando el hogar y la chimenea como única representación de la vivienda. El hogar es la esencia de la vivienda: su altar. Todavía hoy las chimeneas tienen un poderoso valor simbólico (y no precisamente fálico): el camino por el que baja el fuego a la casa del ser humano para darle luz, calor y comida. Todavía hoy el hogar es imprescindible en todo hogar, para muchos humanos. La confusión terminológica es reveladora.

 

La tumba opera la misma abstracción: hay que “encajar” al muerto (lo del féretro vendrá después) no solo para proporcionarle una casa en ultratumba, sino para que no incordie a los vivos, para confinarlo. El animismo convivió con los homínidos desde que existió la palabra. Si el chimpancé es hoy capaz de manejar un lenguaje simbólico artificial en imágenes y posee de forma natural un lenguaje de interjecciones emotivo-sentimental y de información de peligros, y por otra parte, los primeros homos (ergaster y erectus, 2 millones de años atrás ) ya tenía una musculatura pectoral capaz de soplar, un aparato fonador (laringe baja, faringe, cavidad bucal y nasal, cuerdas vocales) capaz de emitir sonidos diferenciados, con áreas cerebrales de Broca y Wernicke  desarrolladas para operar mentalmente: emitir y recibir sonidos inteligibles, no hay razón para pensar que el género homo no estrenara lenguaje hablado en fechas tempranas. Cuando el hombre se muere su nombre sigue viviendo (lo de ponérselo al hijo es una forma de reencarnarlo y que desista de hacerlo por su cuenta)… amenazante. Es preciso confinarlo, a su casa de los muertos, en ultratumba, para que los vivos vivan en paz. Es preciso que los muertos tengan su casa con comida, amigos, mascotas, joyas… con todo lo que desearon en vida. El primer hogar fue un sortilegio para la trascendencia… lo que enlaza con la figura del arte como magia.

 

Desde este punto de vista la arquitectura como manifestación humana nace 0,27 millones de años antes que otras manifestaciones posteriormente relacionadas con el arte (la pintura y la escultura aparecen 30.000 años atrás). Cierto es que las dos manifestaciones citada de la aparición de la arquitectura (fuego y muerte) dan lugar más a una arquitectura simbólica que real, pero el impulso está ahí. Hará falta que el grupo humano supere el lazo familiar mediante la ideología (Harari),  dando lugar al esfuerzo cooperativo, para que la arquitectura residencial/monumental sea técnicamente posible. El templo de Gobeki Tepe con sus 12.000 años y las primeras ciudades con 9.000 nos hablan de una práctica continuada. Pero cabe destacar algunos puntos: En su origen el arte es una forma de pensamiento que opera la abstracción en lo real, anterior por tanto al pensamiento abstracto simbólico centrado en la palabra. Por tanto la arquitectura nace como forma de pensamiento ligada al fuego y al animismo, a la casa del fuego y a la casa del alma (1). 

 

Los monumentos funerarios prehistóricos (llámense dólmenes o menhires) son abundantes. La aparición del logos cinco siglos antes de nuestra era, en Grecia, supone su fin como forma de pensamiento (sensible) y su nacimiento como arte. Su carácter protosimbólico no  la convierten en arte -tal como hoy lo entendemos- pero la sitúa en su estela de forma continuada. No es el arte el que cambia, sino el conocimiento, que escoge otra forma de abstraer la realidad. La historia de la arquitectura es la historia de la transición de la abstracción en lo real a la abstracción en lo mental, y esa historia no ha sido jamás contada. Sabemos como empezó y como acabó pero no, qué ocurrió antes de Gobeki Tepe. Tras la arquitectura del fuego y de la muerte llegó la arquitectura de Dios. Hay que establecer un relato (sin imágenes) entre la casa-caja-receptáculo-contenedor-concepto y la arquitectura suntuaria y residencial, que, hoy sabemos que no pasa por las cuevas.

 

El desgarrado. Marzo 2024.

 

La exposición “Las casas del alma. Maquetas arquitectónicas de la antigüedad 5.500 AC/300 DC “ realizada en el CCCB de Barcelona en 1997 indujo la publicación del mismo nombre realizada por la Fundación Caja de Arquitectos del catálogo de aquella, con el que inició su trayectoria editorial. El mundo de las maquetas funerarias se mostró en una exposición fulgurante, ligando indeleblemente en mi memoria la arquitectura de los vivos con la de los muertos. 




Published comments

    Add your comment


    I accept the terms and conditions of this web site