» 07-10-2019 |
El libro recoge los cuatro textos de poesía de Houellebecq. ¿Cómo os lo explicaría? Houllebecq no es poeta. Aprovechándose de su tirón como novelista, pues, escribe lo que el considera poesía igual que escribe lo que el considera ensayos. Houellebecq es un canalla (al estilo francés) y como tal rinde en la novela a las mil maravillas. Desgarrado, insolente, pero actual y moderno sus novelas retratan de primera mano la sociedad de mierda en la que vivimos. Probablemente en eso, es inigualable. Pero la poesía es otra cosa. La poesía es emoción, sensibilidad, lenguaje, y de eso Houllebecq no tiene nada. Ensaya una poesía canalla pero no funciona. No basta con decir picha y culo, envuelto en un halo de malditismo, para que la poesía funcione. Quizás los españoles tenemos el reto poético más grande del mundo al utilizar un lenguaje lleno de sonidos imposibles. El francés es infinitamente más acogedor y sin embargo (en la edición bilingüe) se nota que el problema no es del traductor.
No suena mejor en francés que en español (quizás se resiente un poco el acento de las frases con las, en general, más largas palabras españolas), pero no es eso. En un momento en que la métrica y la consonancia están de capa caída solo el acento se sostiene, pero ni aún así. Simple y llanamente lo que él hace no es poesía. La poesía no es sentimiento, es sensibilidad, y la sensibilidad tiene que ver con la elección de las palabras, con su simpatía, con la sonoridad de la consonantes y la fluidez de las vocales. La poesía es armonía y melodía, es ritmo y elegancia del fraseo y todo ello sin música añadida, porque la poesía debe producir su propia música. Y con ello no quiero decir que sea ñoña o blanda. Grandes poetas han sabido hablar de lo duro sin perder el aire, la gracia y el tono.
Versos como “caminante no hay camino, se hace el camino al andar”; “verde que te quiero verde”; “Abenamar, Abenamar, moro de la morería”, “Ya llega el cortejo, ya suenan los claros clarines” son irrepetibles… aunque todos contienen la repetición. Porque un idioma duro como el español necesita la repetición para suavizar… lo que es insuaviazable. La poesía española ha recurrido muchas veces al ritmo cuando no ha podido usar la suavidad “con cien cañones por banda, viento en popa a toda vela”. En fin. No se trata de presumir de poesía, sino de mostrar como, con un idioma del diablo, se puede hacer poesía. Y eso es lo que no sabe hacer Houellebecq con un idioma nacido para el susurro. Quizás ahí reside el problema. ¿Cómo romper la suavidad del soporte cuando lo que se quiere es la rotundidad del improperio. Creo que Houellebecq debería escribir su poesía en castellano, con sus sonidos brutales: ka, erre, jota, ese, su finales abruptos y sus enlaces imposibles. Probablemente ese idioma es el que quiere hablar Houellebecq y cuyos sonidos no encuentra en el francés. O así me lo parece.
El desgarrado. Octubre 2019.