» 22-09-2019

Visto y oído 36. Epigenética. Jöel de Rosnay. Cuando el ambiente influye en la evolución.

Leo “Epigenética” de Jöel de Rosnay, Ariel, 2019. Para Darwin el mecanismo de la evolución era mutación (al azar) y selección natural (supervivencia del más apto). El ambiente lamarquiano no existía. Mendel añadió los genes como portadores de la herencia, Watson Y Cryck desvelaron la estructura helicoidal del ADN. Modernamente se añadieron los mecanismos de recombinación bacteriana (intercambio de material genético sin más), Margulis aportó la cooperación permanente entre bacterias capaces de formar células complejas, y hace pocos años se desveló que el ambiente puede intervenir en la herencia de forma no permanente pero con posibilidades de transmitirse de una generación a otra: la epigenética. El mecanismo consiste en la activación o desactivación temporal de uno o varios genes por metilación o acetilación.  No solo se restaura el lamarquismo sino que se vence definitivamente el determinismo.

 

El neodarwinismo (Darwin + Mendel) era un mecanismo rígido. Todo aquel que sobrevivía estaba condenado al azar y a la necesidad. El determinismo era un hecho. Durante la vida podíamos desarrollar un fenotipo caracterológico que no sería permanente en nuestra herencia y el genotipo marcaría nuestra existencia presente y futura. Era difícil establecer si éramos libres. Por lo menos el grado de libertad era ínfimo. No es de extrañar que Dawkins nos supusiera esclavos de nuestros genes (“El gen egoísta”). Pero la epigenética lo trastoca todo. Nuestra forma de vivir, nuestra voluntad y nuestra respuesta al entorno modifica (temporalmente pero pudiendo sobrepasar una generación, es decir transmisible) nuestro genotipo, activando y desactivando secuencias de genes, que de esta forma se “expresan” o se ocultan. La voluntad (nuestra libertad) y el entorno (ambiente, contexto) determinan nuestra expresión genética incluso más allá de una generación. Las hormigas y las abejas pueden mutar de obreras a soldados de acuerdo a las necesidades de la colonia. Nuestra comprensión de las metamorfosis y de la embriología sufren una transformación radical.

 

En la primera parte del libro, Rosnay se centra en la evolución biológica y baraja las enormes posibilidades que tenemos de autoconstruirnos mediante la alimentación, el ejercicio físico, el ambiente en el que vivimos, la meditación, el stress… aunque también desgrana los peligros como la desactivación de genes anticancerígenos. El tipo de vida que escogemos nos determina genéticamente. Las técnicas orientales y amerindias de acuerdo con la naturaleza y los valores morales como la austeridad, la solidaridad, el altruismo, la cooperación, cobran una dimensión física. Como tenemos la posibilidad de tener nuestro mapa genético por 200 €, en vez de hundirnos en la miseria, al saber de qué vamos a morir, podemos enfocar nuestra vida a “reconstruirnos” de acuerdo a nuestras debilidades genéticas. La enfermedad se convierte más en una cuestión de previsión que de paliación. Más allá del body-bulding podemos entrar en el gen-bulding y construirnos como personas.

 

La segunda parte del libro se adentra en el epimemetismo. De acuerdo con la tesis de Dawkins existen unos equivalentes de los genes biológicos que son los memes culturales y que en todo se pueden comparar a los primeros, que se transmiten por imitación: “un elemento cultural identificable (creencias, usos sociales, palabras/lenguaje, rituales, modas…) susceptibles de transmitirse de algún modo por mimetismo, es decir por imitación del comportamiento o de las expresiones de un individuo (Rosnays, 2019, 101). La aplicación de la teoría de la evolución se produce en ámbitos como: la producción cultural, la expresión y los soportes mediáticos, las redes sociales, los movimientos asociativos, las comunidades colaborativas, los tipos de representación política, religiosa y filosófica, con dos ámbitos de aplicación: el biológico (virus, antivirus, infección, mutación, colonización) y el digital (Programas autorreproductivos, IA, deep learning). En ambos ámbitos el vínculo y el flujo sustituyen a sus antecesores en el pensamiento científico clásico y sus aplicaciones sociales: los elementos y la fuerza. Vínculo y flujo conducen a la sustitución de la verticalidad anterior por la horizontalidad y la interrelación; del enfoque analítico, secuencial y lineal, por las interdependencias y el feedback; mientras la competencia deja paso a la cooperación o la coopetencia (cooperación competitiva).

 

El elemento inevitable a la hora de hablar de ruptura y de transición digital es el meme que opera mediante la metodología creativa, de la disrupción de las organizaciones piramidales y rígidas tradicionales. Su mecanismo consiste en “redefinir totalmente las organizaciones, los costes, los procesos y las tecnologías con el fin de liberar a los líderes económicos tradicionales que dominaban su sector en el viejo mundo” (Rosnay, 2019, 106). Disrupción es la aparición de Elon Musk en la industria del automóvil y el transporte; de Uber en los automóviles de alquiler; de Airbnb en la hostelería; de blablacar en los viajes compartidos; de Ulule en el crowfunding; de Doctolib en la sanidad, etc. Suponen un reto a las grandes empresas que se ven obligadas a defender su ADN y el Big Data (datos de tal tamaño, tal variado origen y tal velocidad que no pueden ser procesados por bases de datos convencionales), acumulados con sus clientes y usuarios. Porque lo que está en juego es el ADN social (empezando por el ADN de Internet) al modo que, en la epigenética, está en juego el ADN biológico. Pero ¿donde se encuentra ese ADN social y cómo se expresa?

 

Empecemos por definir el ADN social: “medios de almacenaje y de puesta en práctica de las informaciones (el Big Data) para garantizar la memoria y el funcionamiento de las organizaciones complejas” (Rosnay, 2019: 108). El ADN social es lo que la propia empresa, marca, innovador, país, partido político o equipo reconoce: su esencia, lo que lo distingue, lo que lo hace diferente de los demás. Se encuentra en sus códigos (acta fundacional, contrato, exposición de motivos, pero también prestigio, empaque, tradición o presunción, incluso lo que los usuarios piensan de él. Appel: la tecnología con estilo). Para un partido político sería su programa. Para un equipo, su pundonor, su nobleza, su coherencia o su estilo. Volvamos sobre la epimemética: “la modificación de la expresión de los memes y de ADN social, por el comportamiento de las personas en una sociedad, una empresa o cualquier otra forma de organización humana” (Rosnay, 2019: 115).

 

Aquí deberíamos distinguir entre informaciones codificantes (los genes en biología, el ADN social en lo digital) y no codificantes (la activación -o, no- de la expresión de los genes, y la activación o no de la verdad: las argucias: rumores, el qué dirán, el buzz, la desinformación, las fake news, las teorías de la conspiración, las noticias ambiguas, tendenciosas o sesgadas). En la memética las argucias son incontables (activación y desactivación emocional de las informaciones codificantes). Veamos como actúan esas informaciones no codificantes. Existen cuatro emociones básicas (la cólera, los celos, el miedo y la indignación) que no atienden a clases ni modos: son universales y en general automáticas. Se trata de que las informaciones dejen de ser racionales para ser emocionales y para ello se debe recurrir a las emociones básicas y universales.  Pocas palabras, capciosas y profundamente emotivas. El twit parece pensado para ello. Se trata de encolerizar, encelar, aterrorizar o indignar. Cualquier voto, y cualquier cambio de ADN social, se podría explicar por una de estas situaciones. Trump es un maestro. El twit es un arma de disrupción masiva (ADM). Es así como se cambia el ADN social. Es más, todos los políticos son maestros ¿cuándo no nos dicen, que nos han traicionado, engañado, que vamos al desastre o que eso no hay quien lo aguante? Las memética juega en la posverdad.

 

El libro sigue hablando de economía y de política, pero yo no. Reservo esas cuestiones para dos capítulos próximos de “lecciones de economía y de política alternativa”, porque eso es lo que expone: alternativas y quiero encuadrarlas donde me parece que deben estar.

 

El desgarrado. Septiembre 2019.




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