» 23-12-2019

Visto y oído 41. Las exposiciones de MACBA.

Cada vez es más difícil para un museo atraer espectadores. Primero porque los museos son muchos. Casi cualquier pueblo, todas las autonomía y las grandes ciudades tienen uno o más. Segundo porque los grandes artistas no son muchos. Ni siquiera toda su producción es genial. Si a eso añadimos que todo político quiere inaugurar un monumento de la cultura (trascender dicen los filósofos), nos encontramos con que la programación de un centro cultural es imposible. Ya  insidiosamente podríamos añadir que muchos políticos no lo hacen por trascender sino por asegurarse el guardaculos: la poltrona. El despilfarro es el arma electoralista perfecta. Casi nadie sabe lo que es la cultura pero todo el mundo entiende que es buena, no se sabe para quién, pero es buena. La delincuencia es mala; la cultura es buena. Ese es el mensaje y así lo han entendido. Evidentemente la colección es privada pero el edifico y el mantenimiento lo pagamos todos. Así es la vida.

 

En el caso del MACBA podríamos añadir que es un consorcio que solo posee públicamente el 17% de sus fondos. El resto es propiedad privada. Y esos propietarios privados rigen los designios del museo. El director es un empleado que se ha de someter a sus caprichos (como le ocurrió a Marí con la famosa escultura del rey). Para acabar de rematar el desaguisado, los mandamases de la dirección/programación son númerus clausus que hacen el rondó de los museos pasándose el testigo como si de una carrera de relevos se tratara. Eso convierte a Barcelona en una plaza prácticamente cerrada en donde las ideas son siempre las mismas en diferentes sitios. Endogamia cultural. No dudo que esos “empleados” del arte son los que son porque están domesticados. Son los que han aceptado las reglas del juego y la burguesía cultural catalana los acepta porque los controla. Lo de Marí no puede repetirse. La cultura (incluso profundamente desconocida) debe estar atada y bien atada como dijo Franco de la política española y como Jorge Luis Marzo ha explicado en su clarividente libro sobre la burguesía catalana y la cultura.

 

Todo lo importante ya ha sido exhibido. Cada museo debe encontrar el modo de hacer apetecible lo que duerme en sus fondos o lo que bulle en los acalorados cerebros de sus comisarios (curadores). El curador se convierte en la estrella, pues es quien es capaz de atraer al público, y un museo se mide por su éxito de convocatoria. Este año el MACBA expuso a Plensa, amigo personal de Barenblit (director del MACBA). Éxito. Todo lo demás son exposiciones para olvidar, hijas de una modernidad fruto del tiempo y no del talento. Ni siquiera son didácticas. El programa de amigos del museo languidece por falta de apoyo y de dedicación, cuando debería ser el germen de su renacer y de su desarrollo. En la actualidad se expone a Takis (creo que por la reciente popularidad de Tesla y Munks) y a Posenenske cuando todavía el minimalismo no ha sido convertido en arte de masas. Cuando Judd no ha tenido su consagración popular parece ocioso empezar por Posenenske.

 

¡Siempre nos quedará la colección! Esa colección que no nos pertenece, que la burguesía y las instituciones catalanas nos “prestan” galanamente. La colección es importante pero nadie ha sabido exponerla de forma atractiva (literalmente). No solo eso sino que se ha tratado de manipular para exponerla como exponente de la superioridad del arte catalán sobre el español aprovechando el tirón del independentismo. Creo que esa exposición es posible porque las relaciones del arte catalán y el español son harto interesantes. Pero sin banderas, ni alharacas. Hablando de arte y no de territorio. Como diría ERC sin opresión: ¡me han entendido! Cuando Barenblit entró a sustituir a Marí le pregunté como se iban a articular las relaciones entre el procés y el MACBA. No me contestó. Todavía no lo ha hecho. La colección particular de la burguesía catalana no quiere hablar de estos temas. Lo suyo es la cultura.

 

El desgarrado. Diciembre 2019.




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