» 25-11-2020

Visto y oído 61. Loving. Una historia fotográfica. Nini y Treadwell. Duomo ediciones.

Cuando la fotografía apareció la pintura se resintió, la sintió como una amenaza. Incluso es posible pensar que evolucionó (entre la aparición de la fotografía y el impresionismo pasaron 25 años) precisamente para evitar la temida comparación. La pintura se refugió en su categoría de arte, lo que dejaba a la fotografía como mera técnica. Pero la verdad es que los primeros fotógrafos fueron muchas veces artistas (incluso pictóricos) que exploraban una nueva forma de narrar. La polémica arte/técnica duró siglos. Walter Benjamin se interesó por el tema como lo hicieron Susan Sontag y Roland Barthes. El arte plástico se deshizo de la realidad para adentrarse en otros derroteros (¿Evitar competencias?). Pero la verdad es que aún aceptando que la fotografía era arte, el tema parece que todavía no está zanjado.

 

La democratización de su uso, mediada por Kodak y Polaroid pero sobretodo por los teléfonos multiuso, ha dado una nueva vuelta de tuerca. Los periódicos ya no necesitan reporteros gráficos porque la proliferación de cámaras (teléfonos) universal, provee de imágenes anónimas a cada evento destacable… como lamentaba Fontcuberta. Si la pintura se ha convertido en un hobby de diletantes la fotografía es una función del teléfono para el pueblo. Pero cuando ves fotos de Sander, de Langer, de Avendon o de Leibovitz, te das cuenta que la fotografía (como decía Benjamin) es mucho más que reproducción mimética de la realidad. La fotografía metafísica (la que capta lo que hay más allá de la realidad), capta el alma del fotografiado, a veces viva y a veces muerta… pero el alma. Admiro profundamente a Sander, capaz de, en el estatismo más irritante hacer aflorar el alma de personajes dudosos de poseerla.

 

Veo imágenes de “Loving” de Nini y Treadwell y me admiro. No recogen fotografías de parejas (o sí) sino imágenes que captan al amor. No son fotografías profesionales (no necesariamente) y sin embargo el alma del amor está en todas. No es difícil darse cuenta del abismo que hay entre estas fotos y los selfies que llenan Instagram. Las almas huyen de los selfies, probablemente porque habitan las fotos de Loving. Puestos a clasificar hay fotos buenas y fotos malas. Pero hay unas terceras que tienen alma. No andaban desencaminados los indios que se negaban a ser retratados para evitar que la cámara les robara el alma. Eso es precisamente lo que hace. Pero no se la queda, nos la entrega a los admiradores de este arte. No es un robo, es una transferencia. Si existe un alegato que demuestre que el amor homosexual es AMOR (con mayúsculas), es éste.

 

El desgarrado. Noviembre 2020.

 

 




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