» 21-02-2022

Visto y oído 67-2. “Cháchara” de Ethan Kross. Instinto, automatismos e inteligencia; estrés; redes sociales; epigenética.

Continuamos con el análisis de la voz interior ahora en relación a conceptos generales de indudable interés como 1) la relación entre instinto e inteligencia. Entre el instinto (el rígido pensamiento animal) y la inteligencia (el flexible pensamiento humano) existe un puente que son los automatismos. Nuestra mente “empaqueta” diversas acciones complejas (que encadenan acciones simples) inteligentes, en un automatismo que se comporta como el instinto. Llevar una bicicleta o la realización de un complejo ejercicio deportivo operan de esta manera. Pero en situaciones de pérdida de confianza o de emoción intensa el automatismo falla por falta de confianza y entonces la voz interior trata de solucionar el problema pasando el control (el análisis de lo que le pasa al automatismo) al pensamiento racional. La atención se desplaza al interior del automatismo que se desbarata provocando la “parálisis por análisis”.

 

En otras situaciones ocurre lo contrario. Son aquellas en que paralelamente a los automatismos, la inteligencia (las funciones ejecutivas) deben tomar las riendas para solucionar los problemas específicos de ésta. Esto se realiza debido a que el empaquetamiento libera la atención y la concentración de la inteligencia reflexionante, lo que le permite ocuparse de otros asuntos invirtiendo todo el capital neuronal. Pero en situaciones de intensa emoción nuestra voz interior acapara la atención, se focaliza y se concentra, restando parte de esos recursos neuronales a las funciones ejecutivas. El “ordenador” se ralentiza e invalida su eficacia. La voz interior, cuando se obsesiona, ha perturbado las funciones ejecutivas al distraer recursos, desviar la atención,  produciendo el desvío o la divagación.

 

2) Pero el diálogo interior también puede perturbar la vida social. Tenemos el impulso de compartir nuestros problemas con los demás en busca de ayuda o comprensión. Cuando la voz interior se obsesiona (entra en bucle, se convierte en rumia), hablar de ello es la primera opción. Pero hay que respetar la reciprocidad para que no se convierta en abuso y aleje a nuestros interlocutores creando un círculo vicioso que agrave nuestra situación (feed-back). Además esa situación agravada puede producir ira que a su vez puede reorientarse hacia personas ajenas. Y en esta interacción de la voz interior y lo social entramos en el especial caso de las redes sociales que nos proporcionan una nueva plataforma de hablar y escuchar a los demás. Pero con serias carencias.

 

a) La redes provocan una disminución de la empatía debido a que perdemos las expresiones faciales, la entonación, y las microexpresiones, lo que aumenta la maledicencia y el ciberacoso. Recordemos que la empatía es un mecanismo adaptativo que protege a nuestra especie equilibrando lo individual y lo social. b) La inmediatez de la respuesta (no necesitamos encontrarnos con el interlocutor) evita una cierta maduración y reflexión sobre el problema que incide negativamente en la relación por precipitación. Y la inmediatez intensifica el volumen de relaciones y los temas que compartimos. c) Hay además un efecto de maquillaje que moldea nuestra imagen a mejor, lo que intensifica la envidia y la competición. d) Todos estos aspectos negativos quedan balanceados por el efecto de compensación que nos produce la relación. De hecho la relación (cognitiva y afectiva) y la difusión de información sobre nosotros activa los mismos circuitos de recompensa (dopamina) que cuando consumimos sustancias adictivas. En el otro extremo el dolor físico y el dolor social (debido al círculo vicioso comentado) son también equivalentes. Es la somatización.

 

3) El diálogo interior también puede perturbar la vida física. Esta relación entre lo físico y lo síquico se refleja en las imágenes cerebrales que solapan significativamente las áreas de procesamiento del dolor y el placer físico y síquico. El estrés es una respuesta adaptativa (facilita la huida o la lucha) dirigida a la conservación de la especie. Pero cuando se cronifica deja de ser beneficiosa. Y en la base de esta cronificación está el flujo verbal negativo. La amenaza o la inseguridad tienen manifestaciones síquicas inequívocas (trabajo, salud, conflictos sociales o amorosos, habitar…) que repiten las pautas fisiológicas de la amenaza o la inseguridad física. El hipotálamo desencadena el mecanismo del estrés: se percibe una posible amenaza; se libera adrenalina que moviliza la respuesta adaptativa (ritmo cardiaco, movilización de energía, agudización de los sentidos), se libera cortisol (que garantiza la continuidad de la respuesta), se desconectan los sistemas no imprescindibles, etc. El estrés es el desencadenamiento del mecanismo de respuesta a la amenaza o inseguridad en el campo de lo síquico y puede producir enfermedades (depresión, ansiedad, trastorno postraumático) caracterizadas por la repetición… como la voz interior obsesiva.

 

Esta conexión entre la voz interior y el estrés pone en entredicho la relación entre los genes (el genotipo) y el entorno (el fenotipo). La epigenética ha mostrado como los genes se activan (eventualmente) por el entorno. Le llaman “expresión génica”. Las amenazas imaginarias influyen en la expresión génica. Las células interpretan las amenazas sicológicas como agresiones físicas. Los telómeros (los extremos de las cadenas de ADN que determinan tanto enfermedades como la vejez) son afectados por el estrés. Los genes inflamatorios (respuesta adaptativa del organismo a los patógenos) se activan también por la soledad, la pobreza o el miedo a la enfermedad. Estos genes eliminan células que desempeñan funciones de defensa del organismo contra los patógenos. Todo esto evidencia que la voz interior puede ser un inconveniente y una ventaja. Responde a la adquisición de una ventaja adaptativa, y como hemos visto en otros casos, esta ventaja se puede volver en contra del organismo. Lo inteligente para no perder sus ventajas es aprender técnicas que inhiban sus defectos. Y a esa autoayuda se dedica el resto del libro.

 

El desgarrado. Febrero 2022.




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