» 20-02-2022 |
Leo “Cháchara” de Ethan Kross. Paidos, 2022. En la práctica es un libro de autoayuda centrado en combatir esa voz interior que puede resultar obsesiva (Cháchara) e incluso patológica: depresión, trastorno obsesivo compulsivo (TOC), esquizofrenia, etc. Y es de autoayuda por cuanto proporciona las herramientas para combatir esas voces interiores que pueden arruinarnos la existencia. Porque la voz interior es (como el dolor) un mecanismo evolutivo de defensa y por tanto, conservable y apreciable, pero que, desbocado, puede resultar nocivo e incluso patológico. El libro no entra en este segundo caso aunque se cruza con él en diversos momentos. Si a ello añadimos el ascendente conductista del autor y su carácter divulgativo, lo de manual de autoayda cobra todo su vigor.
Kross es conductista (mecánica neuronal) por lo que es crítico con la siquiatría freudiana de la que denosta especialmente la curación por la palabra (aunque no nombra la transferencia). El libro muestra un estilo desenfadado en el que junto a conceptos de chichinabo (control de compensación, ilusión de frecuencia, estado predeterminado…) se omiten otros de mucho mayor reconocimiento como esquizofrenia, sublimidad, arte, epigenética, etc… probablemente por imposición de los editores. Y en ese estilo desenfadado se hace referencia a cuestiones de calado -por encima de un libro de autoayuda- como: instinto/inteligencia, redes sociales, estrés, epigenética, catarsis, relato, asombro (sublimidad), orden/caos, placebo, ritual… Las herramientas que ofrece para combatir lo dañino del monólogo interior se ofrecen en tres direcciones: las personales, las sociales y las contextuales.
a) Entre las primeras se encuentran: el extrañamiento (verse desde fuera), la habitualidad (mal de muchos, consuelo de tontos), el reto (como combate a la amenaza), evitar la retroalimentación (más nervioso estoy, más nervioso me pongo), la comparación con el futuro (el tiempo lo cura todo), el cambio de perspectiva (desde otro punto de vista), el diario (escribir el problema), el metaplacebo (el amuleto o el ritual como posible solución… sabiendo que no lo es). b) En segundo lugar analiza las sociales, tanto de ayuda a los demás como de ayuda de los demás a nosotros. b-1) La ayuda conjunta: cognitiva y afectiva, la ayuda invisible (para no ofender), los roles (sugerir cambios de actitud como las de los superhéroes), el contacto físico (y su valor afectivo), la persona-placebo. b-2) elección adecuada y necesaria, contacto físico, reconocimiento a quienes nos ayudan, ritual compartido, el uso de las redes sociales evitando su uso de forma pasiva (envidia), y procurando -por el contrario- la busca de apoyo. c) Y por último las que vienen del entorno: Crear orden en el entorno (por aquello del contagio), frecuentar los espacios verdes, procurar experiencias conmovedoras y asombrosas (naturaleza, arte, deporte, metas, efectos) y aunque Kross no lo cite: solidaridad, altruismo, generosidad, épica, epopeya… como el cine y la literatura nos han enseñado.
Y arreglado el tema de la autoayuda vamos a temas más generales, en el bien entendido que, en el libro, se traen a colación para apoyar sus tesis conductistas y de autoayuda. 1) La cháchara (monólogo o voz interior, cuando se convierte en negativa) se define como “serie de sentimientos y pensamientos cíclicos negativos que transforman nuestra provechosa capacidad de introspección en una adversidad ” (Koss 2022, 20) consiste en “esa metedura de pata en el trabajo o en ese malentendido con un ser querido…” que vuelven una y otra vez a nuestro pensamiento. (Kross, 2022, 21). Nuestro pensamiento (materializado en la voz interior) divaga en el tiempo, entre ”… acontecimientos pasados, situaciones imaginarias y otras cavilaciones” y a esta divagación se la llama “estado predeterminado” (Kross 2022, 22). Hablamos con nosotros mismos y nos escuchamos. La valoración de este diálogo interior ha sido conceptuado históricamente desde “pensamiento ilusorio” a fuente de sabiduría. Cuando esas voces son percibidas como ajenas, estamos en la enfermedad mental. El soliloquio es universal (seres y lugares). Aparece en diversos momentos: “cuando estamos estresados, cuando hay mucho en juego, o cuando las emociones complejas requieren la máxima desenvoltura” y adopta diversas formas: “soliloquio incoherente; a veces es un diálogo con nosotros mismos. A veces es una repetición compulsiva de acontecimientos pasados (rumia); a veces es una angustiosa cavilación sobre acontecimientos futuros (preocupación); a veces es un ir y venir de ideas y sentimientos negativos. A veces es una fijación con un asunto concreto” (Kross 2022, 24).
Veamos el mecanismo de la voz interior: tenemos dos memorias: el relato de nuestra vida, el almacén de recuerdos y la memoria funcional, la memoria a cortísimo plazo que nos sirve para vivir, para relacionarnos. Ésta funciona mediante el “bucle fonológico” que consta del oído interior y la voz interior. Pero -dada la multifuncionaridad de los circuitos cerebrales- el bucle fonológico va mucho más allá de la funcionalidad inmediata: es un mecanismo de control mediante la autoenseñanza, el diálogo interior. Los niños se hablan para aprender y para controlar (autoevaluar) sus emociones (Vygoretsky), para dominarse. Ese mensaje se interioriza con el tiempo, se convierte en nuestra conciencia.
También interiorizamos la educación que nos dan nuestros padres que a su vez depende de la cultura que nos rodea. Pero esta interacción funciona en los dos sentidos (retroalimentación) y el comportamiento de los niños también influye en el de los adultos y en la cultura. Así el niño se impregna de los modelos de comunicación que le proporcionan sus padres, y a través de los juegos imaginarios devienen en autodominio, pensamiento creativo, confianza y buena comunicación. También la simulación de situaciones conforma la capacidad introspectiva de decisión. Los sueños son remedos inconscientes de las “ensoñaciones” diurnas, a través de los que la mente despierta dialoga con la mente dormida. Nuestra historia sicológica más importante es nuestra identidad (el yo) y se conforma mediante esa voz interior, que nos ayuda a madurar, a comprender nuestros deseos y a sortear las dificultades. El flujo verbal interno conforma el relato de nuestra vida aglomerando los fragmentos aparentemente inconexos de la vida cotidiana en la novela de nuestra vida.
Sabemos lo que ocurriría si se averiara el mecanismo de la voz interior. En los casos patológicos en que esto ha ocurrido la pérdida de la memoria funcional imposibilita el desarrollo de la vida cotidiana, devenida incoherente y fraccionaria pero también produjo una gran tranquilidad: además de la identidad se había perdido el estrés y la ansiedad lo que proporcionó un gran bienestar. El bienestar de la vida instintual. La felicidad depende más de nuestro medio interno que del externo. Con la voz interior desaparece el control de nuestra vida, el establecimiento de objetivos y su posterior evaluación, nuestra conexión con los demás, y nuestra identidad, pero también desaparece el parloteo obsesivo, la cháchara. Es el precio que hay que pagar por ser humanos. Continuará.
El desgarrado. Febrero 2022.