» 21-07-2021 |
En el sistema mítico-religioso existen suficientes diferencias entre ambos campos como para que hagamos distinciones. Sigo a Gadamer, “Mito y razón” Paidos 1997. De pasada revisaremos las características de la narración mítica que amplían las que Aristóteles enunció en su “Poética” Dos razones de peso para acometer la empresa.
2) Religión. El mito es incompatible con la escritura. Que en algún momento se pase a la letra escrita no afecta a la validez de este aserto. La presencia de las escrituras en el judaísmo y en el cristianismo supone una renuncia al mito. Las religiones reveladas son religiones de libro. Sus pretensiones absolutas le confieren validez de ley. El primer mandamiento dice “no tendrás otro dios más que a mí”. El mito maneja muchos dioses lo que lo descalifica. Pero no solo el Dios es único, también el pueblo es el pueblo elegido y la historia sagrada es la única historia, la fe es la única verdadera. Eso es el dogma: la absoluta exclusión de cualquier disgresión. Y sin embargo los libros sagrados contienen historias. ¿Cómo pueden ser narraciones y al mismo tiempo revelaciones? “No es fácil determinar correctamente las relaciones entre la doctrina de la salvación, la historia sagrada y todas las historias narradas” (Gadamer, 1997, 30).
La Escritura sagrada no es una recopilación de leyendas ni una epopeya ingeniosa. Es el documento que está escrito y que pertenece al oficio divino, es una parte de la realidad del culto. No hay abstracción aquí. El fiel debe atenerse estrictamente a la letra escrita. No se transmite un mensaje mítico sino la palabra de Dios y los narradores y los oyentes son la Iglesia, la comunidad. La investigación no puede alcanzar el mensaje divino por más que ahonde en la tradición literaria o su verdad histórica. La verdad de las tradiciones míticas no es equiparable a la noticia histórica (cuya verdad pertenece a la historiografía crítica) ni al mensaje divino (cuya verdad reside en el cumplimiento de la promesa). La verdad revelada no pertenece al campo de la intelección sino al de la fe. No tiene sentido hablar de fe en relación con el mito. La narración se ha convertido en proclamación solo accesible por la fe. Pero de rebote se desautoriza la verdad del mito que se convierte -para la fe- en error pagano. Pero no corrió mejor suerte el cristianismo que fue arrojado al fuego de la crítica de la razón cuando llegó la Ilustración. La ciencia (y solo la ciencia) fundamenta el ateísmo radical, pero paralelamente condena también al elemento narrativo. Pero la nueva “religión” de la razón ha desatado un efecto contrario: rescatar -con una nueva luz- la religión del cristianismo y la tradición mítica.
El desgarrado. Julio 2021.