Catalunya se ha convertido en la capital mundial del postureo. Ya he denunciado las múltiples manifestaciones de ese postureo, pero tengo que recalar en la última, la de hoy, el voto subrogado de Puigdemont. Una bella jovencita, extrañamente parecida a Inés Arrimadas, grandes aros en las orejas (no precisamente en el look catalán), vestida modernamente (no como la Arrimadas) vota por Puigdemont, en un gesto que solo podemos entender como humanitario. Espero que la desenmascaren cuanto antes, porque si Puigdemont no puede votar no es porque nadie se lo impida (se puede votar desde la cárcel) sino porque ha decidido poner tierra de por medio para tomar ventaja sobre su ahora rival Junkeras. El rey del postureo, el que no se iba a presentar, el que iba a convocar elecciones, el que supo de primera mano que el estado español estaba dispuesto a un baño de sangre, ese fabulador, escenifica ahora el cuento de Cyrano sustituido por la belleza y la juventud (y quizás la gaditanidad) de una jovencita presuntamente anónima.