La economía es incomprensible a nivel popular y sin embargo nos jugamos demasiado como para ser felices ignorándola. Los bancos nos engañan con la letra pequeña, con la multitud y oscuridad de las cláusulas de los contratos, con las subordinadas y las preferentes que son activos financieros muy difíciles de comprender, con los índices para medir los intereses de la hipoteca, con las cláusulas suelo, con la amortización progresiva de las hipotecas (que solo pagan intereses en los primeros años), con la modificación unilateral de las condiciones de los depósitos, con la penalización por la utilización de los cajeros automáticos (que nacen para amortizar puestos de trabajo), etc. También los políticos nos engañan con los datos económicos omitiendo los malos e inflando o tergiversando los buenos, por motivos electoralistas. No entendemos la bolsa (¿por qué las empresas no tienen un valor objetivo?) e ignoramos porqué “la cuenta de la vieja” que tan bien sirve en la vida real, es denostada por las economía.