» 2019-11-17 |
Curso de política práctica 3. Liberales… y más allá.
Durante milenios los que regían los destinos de la humanidad, los que decidían (por lo tanto los políticos) eran los dominadores. La dominación se realizó por la fuerza, por la astucia, por la servidumbre voluntaria, por la comunidad de intereses, por la herencia, por la tradición o por la gracia de dios. Mediante todos estos subterfugios se crea la aristocracia (oligarquía, nobleza) a la que se accede, normalmente, por la sangre (la herencia). Tal como lo explica Rancière se trataba de efectuar una partición de lo sensible que determinaba quien dominaba y quien era dominado. Y por supuesto, justificarlo. Si la partición se determinaba por la fuerza, por la sangre o por la tradición todo eso no fueron más que usos históricos. La cuestión fundamental es que el mundo se dividía por esa partición entre los dominadores y los dominados. La partición estructura la sociedad en dos clases fundamentales. Los movimientos interclasistas eran prácticamente imposibles (y no por ello, no deseados) dentro de una determinada sociedad. Pero no ocurría lo mismo con la confrontación entre sociedades. La guerra era el modo más generalizado para cambiar de clase. La invasión, la ocupación, la sojuzgación, la conquista permite a los soldados cambiar de clase. El camino directo al caudillaje es la guerra (solo hace falta ver a Franco). La guerra fue durante milenios el único modo de cambiar de clase, de oponerse a la partición de lo sensible. La gran mayoría de los sujetos de la historia son guerreros.
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