» 2019-03-26 |
Reflexiones tipográficas 176. Entre Antígona y los migrantes del Mediterráneo.
El decreto de Clístenes marca para muchos estudiosos el tránsito entre el mundo mítico y el mundo de la razón (logos). Antígona se sitúa en ese momento histórico. El mundo mítico no era un mundo racional. Tampoco era un estado de derecho. La ley no se basaba en la razón sino en el poder (en la fuerza). Pero eso no quiere decir que fueran salvajes. Ni mucho menos. La fuerza de las tribus, los clanes, los tabús y los tótems eran enormemente influyentes y, a su manera, perfectamente “justos” (o por lo menos equilibrados). Es muy difícil que hoy podamos entender esa justicia (ebrios de razón) pero así era. A Antígona se le impone, la ley (la nueva ley basada en el logos), a la antigua ley basada en la división tribal, en el culto a los ancestros, en el mito, en el clan, en el tabú y en el tótem. En una palabra, en la tradición. Y Antígona desobedece a la nueva ley porque ella está imbuida de otra manera de ser, en el respeto a los muertos, a la familia (tribal) y a la tradición. De hecho Clístenes cambia el derecho tribal-familiar por el derecho topológico del barrio y de la ciudad. Antígona debe morir porque no pertenece a la modernidad. Sófocles perpetra el asesinato en beneficio de la nueva ley: el logos. En beneficio de la nueva democracia: el pueblo desvinculado de la familia y del clan. La democracia nace arrasando el derecho clánico-familiar.
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