» 2018-08-18 |
Reflexiones tipográficas 131. Las catástrofes artificiales.
Les llamo artificiales porque no son naturales, no las produce la naturaleza sino que son producto de la mano del hombre. Durante milenios no existieron. Solo tras la industrialización se generalizaron. Empecemos por lo más gordo: las catástrofes nucleares de Chenobil y Fukuyama, los vertidos de petróleo del Epson Valdés o el Prestige, las fugas químicas (incluso vertidos intencionados) como Unión Carbide o Aznalcollar, los pesticidas, transgénicos y plaguicidas como la colza, Montsanto (también Bayer), las catástrofes farmacéuticas como Talidomida, ¿el SIDA? las catástrofes quirúrgicas como los implantes mamarios, o las chapuzas estéticas y las catástrofes infraestructurales como la reciente del puente Morandi en Génova. Existen otras que no son esporádicas sino continuadas como la minería (y todas las profesiones de alto riesgo), las drogas, la contaminación, la lluvia ácida, el agujero de ozono, el cambio climático, la desigualdad, etc.
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