En este capitulo se trata de poner orden al galimatías que el uso de las palabras ha efectuado en los significados. Hay dos maneras de cambiar las cosas: cambiar el mundo o cambiar los nombres, y el lenguaje es el campo privilegiado de este desplazamiento de significantes. Ni que decir tiene que es en la política donde este proceso es más intenso. Ante la impotencia de cambiar el mundo el político cambia su referente lingüístico, la palabra que lo designa. Y como para muestra basta un botón, el diccionario recoge todos esos desplazamientos: las distintas acepciones (en este caso políticas) que tiene la palabra: “Estado”
2. Cada uno de los estamentos en que se consideraba dividido el cuerpo social; por ejemplo, el eclesiástico, el nobiliario, el plebeyo, etcétera.
5. País soberano, reconocido como tal en el orden internacional, asentado en un territorio determinado y dotado de órganos de gobierno propios.
Similar: país, nación, tierra, patria, pueblo
7. Conjunto de los poderes y órganos de gobierno de un país soberano.
Similar: gobierno, administración, poder
8. En ciertos países organizados como federación, cada uno de los territorios autónomos que la componen.
Para desenvolverse en este caos hace falta un mapa: el plano del tesoro, pero como en los relatos, éste es fragmentario. Tened pues en cuenta, que esto es una reconstrucción. Y tras este preámbulo, vamos al texto: