La esencia del teatro es la representación. La representación es un concepto geométrico. No se define por la imitación. Consiste en poner algo donde puede -o no- ser visto. Las cosas son vistas desde algún lugar. Hace falta un sujeto que recorte el cuadro. Es prácticamente el mismo concepto que el de teatro (edificio): sitio desde el que se ve. La representación se materializa en el cuadro (escena, plano, etc). El observador escoge un cuadro (lo recorta de la realidad) de modo que distinga radicalmente lo que se incluye en el cuadro y lo que se excluye. En el caso de la pintura el cuadro es escogido por el pintor, en función de sus especiales características. Escoge el momento que quiere plasmar. El autor de teatro escoge la escena y el cineasta el plano. Incluso el literato escoge el marco en el que se desarrolla un momento de su narración. Este carácter eminentemente visual del teatro lo sitúa contra el texto (y contra la música). No en vano las variedades mudas (o casi) del teatro: danza, mimo, pantomima, circo, han tenido y tienen enorme resonancia.