Otras veces he hablado de las tranversalidades esas direcciones alternativas a la sempiterna de derecha-izquierda que informan la política. Entre ellas comenté, en su día, la de género (machisdmo/feminismo); la de sexo (altersexuales/heteronormativos); la de colonialismo (la metrópoli/colonia, o los autóctonos y los de fuera); los animalistas (humanos/animales); la de funcionalidad orgánica (funcionales/disfuncionales); la ecológica (ambientalistas/ desarrollistas), la de los sacramentalistas (política divina/política humana o Dios/César), etc. El avance imparable del individualismo hace que aparezcan continuamente nuevos colectivos minoritarios, que pretenden su espacio político. Sin ir más lejos el fascismo de ultraderecha ha constituido en minorías -con derechos irrenunciables- a los cornudos (hombres torturados por las mujeres que les engañan, les roban y les niegan la visita a los hijos. ¡Y quien sabe si no les pegan!); los taurinos; los cazadores; incluso los propios fascistas (falangistas, franquistas, nazis, etc.) que reclaman su derecho a la existencia como pares de cualquier otra facción, en nombre de la libertad de expresión.