Por una razón o por otra acabamos convirtiendo cualquier tragedia (casi 30.000 muertos, las UCI colapsadas, las camas hospitalarias insuficientes, los sanitarios sin protección, sin vacuna ni tratamiento, la economía paralizada…), en sainete (políticos a la búsqueda desesperada del voto, especulación con recursos sanitarios, directivas caóticas, bulos e intoxicaciones interesadas, comportamientos incívicos, picarescas, desunión, corruptelas, depredación laboral…). La democracia es importante (importantísima), pero en circunstancias excepcionales (perfectamente tasadas constitucionalmente) se necesita la manu militari, el mando único, la suspensión de ciertos derechos fundamentales por el bien del colectivo. Decir que un estado de Alarma votado por el Parlamento es una dictadura encubierta es terrorismo. Reclamar libertades antes de lo conveniente para obtener votos es oportunismo (si no irresponsabilidad). Pero hay otras actuaciones que se convierten en mascarada y a esas quiero referirme.