Creo que nunca la física-matemática y la filosofía-lógica han estado tan cerca (tras la separación que se produjo con Galileo (1564-1646) y sobre todo con la intervención de la Iglesia en los asuntos de la ciencia). La filosofía es el uso de la razón (la lógica) para descubrir como es el mundo. Pero la razón no basta. Hace falta la experimentación que la ciencia reconoció como la fuente de toda verificación: está bien razonar pero, como Santo Tomás, después hay que meter el dedo en la llaga. Siempre he defendido que la razón no es un proceso único sino un complejo de distintos mecanismos en los que se mezclan: la revelación, la topología, la analogía, la intuición, la experimentación (la prueba y error), la lógica, la inducción, la deducción, el método jipotético-deductivo, la falsación y finalmente -y no por último- la posmodernidad, entendida como el fin de la metafísica.