» 2020-11-28 |
Reflexiones tipográficas 273. El hábito y el monje. El disfraz de credibilidad.
¿Hace el hábito al monje? No según el refrán, pero la historia dice lo contrario. El hábito que todos los hombres de pro (banqueros, políticos, empresarios, estafadores, etc.) utilizan es el hábito de los cuáqueros. ¿Cómo llegó una vestimenta tan sectorial -como para que no recordemos quienes eran y a qué se dedicaban- a ser la tarjeta de visita del hombre moderno? La religión de los cuáqueros les impedía mentir, engañar, manipular (y lo cumplían). A partir de ahí solo hay que utilizar la evolución darwiniana para llegar a la conclusión de que ese traje era una estrategia ganadora, si querían que la gente confiara en ellos. El hábito se convirtió en disfraz: el disfraz de la credibilidad. Ese hábito de pantalón, terno, camisa y corbata es el pasaporte para la confianza. Es austero porque así eran los cuáqueros, y si los colores tampoco son variados responde a esa austeridad religiosa. No solo el uniforme es mundialmente aceptado sino que la disidencia (como le pasó a Podemos) es contestada por los tradicionalistas como transgresión de las normas establecidas. No se si dan cuenta de que lo que están exigiendo es que el disfraz de honestidad y honradez es obligatorio.¡Claro que, los jueces siguen llevando peluca y los abogados puñetas sin que les aporte ni la más mínima dignidad ni credibilidad!
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