No es la primera vez que lo digo ni será la última. Los políticos están ahí para defender su culo, conservar la poltrona y enriquecerse (moderada o escandalosamente), no necesariamente de forma lícita. Conservar el culo pasa por mentir, denunciar a sus opositores, tomar las menos decisiones complicadas posibles, extenuarse en el electoralismo y cambiar el relato para que figuren como héroes. Conservar la poltrona empieza por salvar el culo. Continúa por rodearse de adhesiones incondicionales, establecer pactos contra natura, transfugar, y si a mano viene, hacer trampas. De lo de enriquecerse qué les voy a decir. Sabemos de todas las trapacerías que hacen para subirse continuamente el sueldo (las asistencias, las comisiones, las dietas, las dispensas de incompastibilidad, las dispensas de justificación de los gastos, etc.) y de conseguir todo tipo de prebendas que alcanzan desde los coches oficiales hasta tener los gintónic a precio de saldo en el bar del congreso. Sus pensiones, bestretas, créditos, etc. son suntuosas mientras un tercio de los españoles están en la pobreza gracias a sus leyes. Y para que señalar que cuando se propuso -durante el coranavirus- que se dejaran de cobrar las dietas, uno solo de los diputados (Elorza) se apuntó al gesto. Evidentemente cobraban dietas por viajes que no hacían, lo que se suele llamar sobresueldo. Por supuesto declaran su sueldo base pero nunca el total de sus emolumentos en un rasgo de transparencia que les honra como lo que son.